El Gobierno de Ben Ali cae bajo el ardor de las protestas
Primera modificación: Última modificación:
El líder tunecino no pudo resistir más las protestas en las calles que trató de sofocar con decenas de muertos. Después de anunciar que no se presentará a la reelección presidencial, el viernes disolvió el Gobierno para convocar elecciones anticipadas en seis meses. Miles de tunecinos han vuelto a echarse a la calle.
A veces, hasta los regímenes menos democráticos tienen un límite. Después de semanas de movilizaciones, reprimidas con tal violencia policial que se han saldado con decenas de muertos, el presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, se ha visto forzado a comparecer públicamente para anunciar su retirada del poder. En un principió pensó agotar su mandato, hasta 2014, pero las nuevas protestas han hecho que disuelva el Gobierno y convoque elecciones anticipadas.
Este viernes las calles del centro de Túnez recuperaron su aspecto habitual por unas horas. Los viandantes, los comercios y los cafés han recuperado su sitio en la ciudad, en detrimento de las fuerzas militares y policiales que se habían desplegado por el alquitrán y las aceras en los últimos días, como si de un escenario bélico se tratase. Sólo fue por un momento: millares de tunecinos han vuelto a salir a la calle para reclamar la marcha inmediata de Ben Ali. Y lo han conseguido: en un plazo de seis meses se convocaran elecciones legislativas.
Sólo retrasando las manillas del reloj unas horas, antes del discurso del presidente, el escenario era bien distinto. La violencia de las fuerzas de seguridad se habían cobrado ocho víctimas mortales más en sus enfrentamientos con los manifestantes tunecinos, nuevas muescas para unos cinturones que se han teñidos de la sangre de decenas de jóvenes en los últimos días. Tras el desafío de los jóvenes, saltándose el toque de queda del Gobierno, al presidente Ben Ali le quedaban muy pocas opciones.
Anoche, entre esa batalla y la calma que impera en la mañana, dos acontecimientos, “históricos” -según la prensa del país-, sucedieron casi paulatinamente: la renuncia de Ben Ali a presentarse a la reelección presidencial en 2014, tras 23 años de mandato, y la casi inmediata fiesta popular que cambió los gritos de rabia y sangre en las calles de la capital por la celebración.
“No soy el sol que brilla en todas partes”, dijo Ben Ali como supuesto epitafio a su mandato. El presidente tunecino prometió que no modificará la Constitución para optar a una nueva presidencia. La Carta Magna tunecina establece que los candidatos presidenciales no pueden tener más de 75 años para presentarse. Ben Ali tendría 77 años en 2014, por lo que no puede optar a su sexto mandato consecutivo con las leyes actuales. Sabedor de que esa promesa puede que no fuera suficiente, el presidente de Túnez aseguró que en el tiempo que le resta de mandato permitirá “la libertad de prensa” y que “no volverán a clausurarse páginas de Internet”.
En las filas de la exigua oposición tunecina no acaban de creérselo, pero dan la bienvenida a estas promesas, como manifestó Najib Chebi, jefe del opositor Partido Democrático Popular, quien ya ha recibido los primeros mensajes para formar un gobierno de unidad nacional. "Con el comportamiento de gente como Nejib Chebi, creo que es posible hacerlo, hasta sería totalmente normal", declaró el ministro de Relaciones Exteriores tunecino, Kame Morjane a la emisora francesa Europe 1.
Miles de personas en las calles durante la jornada del viernes
La calle fue menos prudente y se convirtió en un clamor. “Libertad”, gritaba una manifestación de profesores del campus de Derecho de la Universidad de Túnez. “Ben Ali, fuera, Ben Ali, asesino”, le recordaban al presidente. Puede que sea el punto final a una revuelta de jóvenes desempleados, o quizá de desheredados, incluso de las élites intelectuales del país. Nadie sabe definir cuáles son los protagonistas reales de los levantamientos de estos días, pero el descontento común entre tan heterogéneo grupo, tiene un pistoletazo de salida claro: la muerte el 17 de diciembre de Mohamed Bouzid, un informático de 26 años, desempleado desde que acabó la carrera, que vio como la policía le volcaba su carro de vendedor ambulante por no tener licencia. A las pocas horas, Bouzid se inmoló como protesta, y el fuego que devoró su cuerpo se extendió por los ánimos de los tunecinos.
Desde entonces las cifras de muertos oscilan desde los 23 que reconoce el Gobierno y los 66 que denuncia la Federación Internacional de Derechos Humanos. Miles de personas han tomado este viernes las calles del centro de Túnez clamando por la salida del presidente del país. Con gritos de "Fuera Ben Ali" y "O nos matan o se van, pero aquí no se negocia", los manifestantes se han concentrado frente a la sede del Ministerio del Interior, en la avenida Habib Burguiba. El presidente ordenó a la policía no volver a disparar contra los manifestantes y han optado por disolver las concentraciones con gases lacrimógenos. Es tiempo de comprobar si han llegado nuevos tiempos a Túnez.
Boletín de noticiasNoticias internacionales esenciales todas las mañanas
Suscribo