Macedonia: disputa en torno a un nombre
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República de Macedonia, Macedonia, Antigua República Yugoslava de Macedonia, Macedonia del Norte….dos países se disputan un nombre común para, en el caso de Grecia, referirse a la región de Alejandro Magno y en el caso de la ex república de Yugoslavia, designar a su país de dos millones de habitantes. Un referéndum busca definir si sus habitantes aceptan ahora llamarse “República de Macedonia del Norte” para zanjar un viejo conflicto con Grecia y de paso, acercarse a la Unión Europea.
Un referéndum para decidir el nombre de un país: ¿Está usted de acuerdo en que su país se llame “República de Macedonia del Norte” y ya no “República de Macedonia” como hasta hace poco?
Los “macedonios” se pronuncian sobre esta cuestión este domingo. Un referéndum que es consultivo y cuyo resultado tendrá que ser validado por el Parlamento, pero que suscita mucho interés en Bruselas, en las sedes de la OTAN y de la Comisión Europea.
"Cambiará las cosas si ello nos abre las puertas de Europa y de la OTAN" explica Olivera Argirovska, enfermera jubilada de 74 años, que acudió este domingo votar muy temprano en el colegio Tito del centro de la capital Skopie, donde al menos una decena de ciudadanos esperaban su turno para votar.
El país balcánico, uno de los más pobres de Europa, quiere entrar en esas organizaciones, promesa de estabilidad y de prosperidad.
Su objetivo se ha topado una y otra vez con el veto de Grecia, que afirma que el nombre de Macedonia sólo puede designar una de sus provincias septentrionales, alrededor de Tesalónica.
La disputa por el nombre comenzó en 1991, cuando Macedonia proclamó su independencia de Yugoslavia. Grecia protestó que este nuevo estado llevara el nombre de Macedonia, pues los griegos consideran que este nombre sólo puede designar su provincia septentrional. Una región que los griegos valoran mucho por ser la cuna de Alejandro Magno.
En 1993, Macedonia, recién independiente, entró en la ONU finalmente con el nombre provisional de Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM) por sus siglas en inglés.
Con el paso del tiempo, una gran mayoría de países, incluidos Rusia y Estados Unidos, reconocen al país balcánico al país balcánico con su nombre constitucional de República de Macedonia. Y otros, más minoritarios, como Alemania, España, Grecia y Francia, por el de Antigua República Yugoslava de Macedonia.
Los griegos también declaran su inconformidad con respecto a la bandera utilizada por sus vecinos, utilizando el símbolo del Sol de Vergina, o estrella argéada, un símbolo propio de la histórica región griega de Macedonia.
Bloqueo comercial
En 1994, Grecia impuso un embargo económico a Macedonia, prohibiéndole utilizar el puerto griego de Tesalónica, su principal vía de intercambios comerciales. Un bloqueo con grandes consecuencias, al ser Macedonia un país sin acceso al mar.
Las autoridades griegas exigieron que Macedonia modificara su Constitución y renunciara a su bandera con el sol de Vergina.
Los años de poder de la derecha nacionalista macedonia (VMRO-DPMNE), que terminaron en 2017, tensaron aún más las relaciones bilaterales. El país se llenó entonces de estatuas y de referencias a Alejandro Magno y Filipo de Macedonia, enojando a los griegos.
En junio, sin embargo, el nuevo primer ministro socialdemócrata, Zoran Zaev, firmó con su homólogo Alexis Tsipras un acuerdo para poner fin a esa disputa: si se aprueba el nuevo nombre de "República de Macedonia del Norte", Atenas dejará de oponerse al ingreso de su vecino en la OTAN y en la UE.
Un cambio impuesto
El Gobierno insiste en las ventajas de ese acuerdo. En las paredes de Skopie, la campaña a favor del cambio anima a votar "Sí a una Macedonia europea", a tomar "una decisión histórica" y a ignorar los llamamientos al boicot lanzados en las redes sociales.
Pero las palabras “Macedonia del Norte" no aparecen ni en los carteles ni en la pregunta del referéndum: "¿Está a favor de la adhesión a la UE y a la OTAN aceptando el acuerdo" con Grecia?
A muchos habitantes les cuesta aceptar el nuevo nombre, que consideran impuesto desde el extranjero.
"Entiendo lo que sienten los macedonios (...), es un chantaje", afirma Abedin Memeti, miembro de la minoría albanesa, que representa entre el 20 y el 25% de los 2,1 millones de habitantes del país.
"Pero la UE y la OTAN son más importantes que todos nosotros. Hay que avanzar", dice el joven, que votará sí como la inmensa mayoría de las personas de la comunidad albanesa.
"No estoy contenta. Y no conozco a nadie que lo esté con este acuerdo", asegura Danica Taneska, de 55 años. Pero "mis hijos están tan encantados con ese futuro europeo. Yo no creo en ello, pero no quiero enfadarlos". Esa habitante de Skopie, que no pensaba ir a votar, elegirá finalmente el no.
Para quitarle legitimidad a la previsible victoria del sí, quienes se oponen al acuerdo no llaman a votar no, sino a boicotear el referéndum.
(Con la AFP)
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